Huesos de la Soledad

 Huesos de la Soledad


¿Qué la soledad tiene dedos flacos

pretendiendo ahorcarnos?


Yo no niego esa mano cruel huesuda

que trata de ingresar por nuestra mente

No va en directo ataque a la garganta,

en silencio insistente

busca entrar sigilosa al pensamiento

Y ahí el hombre el más fuerte,

erguido en su entereza, cae urgido

en el  supuesto lecho del descanso

Mas, ni cerca descansa…

Un remolino de recuerdos pronto

se asoma como hilera de soldados

en colinas alzadas entre sombras

con potros y penachos de nostalgias


La noche oscurecida  ve el ataque

disparejo, distante

donde corren caballos

cuesta abajo a revuelo de sentidos

y en trote interminable...

traen rostros amantes que se han ido

Relucen sus picotas

el arrastre de lágrimas

¡Con un nudo de huesos!

Que ajusta la garganta


¡Yo conozco de cerca aquellas sombras!

Cuando la soledad se me atraganta

Y ahí entre duras penas

invoco de inmediato ideas blancas

sin permitir su entrada.

Mustia la soledad

acepta fracasado derrotero

me hace un gesto burlesco, antojado

y circulando su índice delgado:

"No te entusiasmes…, sabes que regreso"


Beatriz Vicentelo



Comentarios

  1. Me doy gusto con este poema por sus metáforas huesudas, donde la soledad quiere atrapar, se va y vuelve, retorna siempre semejando un poseso,  está ahí, constante entre las sombras como dices, pero tú no le permites la entrada con ideas blancas, (esta metáfora me gusta) no aceptas que te apriete, y, sin embargo, te puedo decir que las grandes obras siempre fueron frutos de la soledad, de ese momento en que el espíritu del hombre  se encuentra con el mismo.

    Y hablo de la soledad creativa, tampoco se puede ser un ermitaño, un eremita perdido en el desierto.

    Tu poema es para meditar, para mirar ambas caras de la moneda, y sin dudas un excelente trabajo.

    Ernesto C.

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