El perro de la impaciencia...

El perro de la impaciencia
hoy ladra sobre el dilema
de noche cuando se extrema
la eclosión de mi apetencia
las ganas, la efervescencia
de esta obsesión por quererte
por rabiar, por poseerte
descifrando en mis apuros
por encima de los muros
los enigmas de la suerte.
 
Porque te encuentro en la magia
de mi patio y de mi nube
y en el delirio que sube
la pared que me presagia
un ritmo que me contagia
y me enreda en las madejas
de mi empeño en las perplejas
tenciones de mil ardores
donde salta entre furores
mi lobo entre tus ovejas.
 
De mi almohada no te has ido
hasta el confín de otra aurora
porque el alma aún se azora
al final de mi gemido
donde en la noche he cosido
un afán en la conjura
y un sentir que se apresura
a trotar mis desatinos
de amarte en los torbellinos
sin luces de mi locura.
 
Ernesto Cárdenas.

Comentarios

  1. Siempre quedo encantada y admirada con el final de tus versos; y éstos que estoy leyendo me producen una impresión por demás deslumbrante. La noche y la almohada, celestinas en nuestro amar constante, en nuestros secretos y sueños; y qué bien calificada la impaciencia ya que efectivamente no permite quedarnos tranquilos; sobre todo en el arte de amar donde uno ansía pronto respuestas, con todas nuestras pretensiones agitadas!
    ¡Belleza de imágenes que llegan con hondura y delicia!
    Gracias mi admirado poeta!

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