Josef Rudolf Mengele, El ángel de la muerte.

 

Josef Rudolf Mengele fue un médico y antropólogo alemán, que se hizo famoso por experimentar sádicamente con prisioneros en el campo de concentración de Auschwitz durante la segunda guerra mundial, para investigar por medio de la genética y de la--llamémosle “tortura científica”-- la anatomía humana, su resistencia y sus variantes en la reproducción de razas, pero su obsesión fueron los nacimientos dobles, los mellizos, allí concentró sus energías y su oscuro y diabólico talento para la investigación de esos casos.

Se sabe que al llegar los trenes con los vagones repletos de prisioneros siempre estaba presente, bien vestido y perfumado, para separar a los más aptos de los más débiles, y desde luego mandar a los hornos de cremación a los que pensaba no tenían derecho a vivir por un defecto físico, una figura deplorable o por una tara.
Pero repito, su pasión fueron los trabajos con los gemelos, a los cuales con morbo y sin escrúpulos estudiaba hasta el exterminio.
Allí les inyectaba los ojos para tratar de cambiar el color con resultados desastrosos, (todos quedaban ciegos) les cortaba a uno las extremidades, la lengua o los párpados para ver la reacción del otro, a uno lo sumergía en una tina de agua hirviente y al otro en una de agua helada, o simplemente los castraba para descubrir el factor de la duplicidad en la herencia, fueron muchas las torturas, los crímenes de este hombre, que ajeno de piedad fue el causante de tantos horrores.
Y tuvo suerte, al finalizar la guerra logró escapar a la Argentina, donde vivió sin problemas durante muchos años, hasta que se trasladó al Brasil donde murió en el año 1979 sin enfrentarse jamás a la justicia.


Y ahora mi poema…

Como explicar la falta de conciencia
de eso que irracional deshumaniza
y esa actitud bestial y esa indolencia
soberbia que hoy ofende y que horroriza.
 
Que trajo con su agravio lo blasfemo
el ultraje, el escarnio en su ejercicio
que llevó la tortura hasta el extremo
siniestro que alcanzaba el precipicio.
 
Que tuvo una obsesión en lo inaudito
de un hecho sin piedad certificado
un morbo demencial, algo maldito
con todo nacimiento duplicado.
 
Con todo lo que fuera copia exacta
del otro repetido en su gemelo
con esa identidad doble y compacta
que fuera conejillo en su escalpelo.
 
Como explicar que hay seres virulentos
perversos en su noche sin matices
que no saben de luz ni sentimientos
y dejan a su paso cicatrices.
 
Que gozan frente al débil con su grito
con su dolor sin nombre en esa trama
que sacian con la sangre su apetito
y arrastran las familias hasta el drama.
 
Por la pasión absurda de una ciencia
inútil sin valor en lo preciso
y un alma sin amor y sin clemencia
que no supo de Dios ni lo que quiso.

Ernesto Cárdenas.

Comentarios

  1. Definitivamente ese hombre estaba loco! Vamos a quien lo permitía, autorizando esas investigaciones sacadas de más abajo del infierno, ya que de científicas no tenían nada, mas bien mucho de ignorancia o maldad extrema porque cómo no saber que todo ello es genética. No, muchas crueldades se hicieron en nombre de la ciencia, de religión y otros.
    Tus letras evidencian como siempre he dicho, vastos conocimientos históricos que deslumbran,, así como dominio lingüístico, dado el hábito de lectura, que acaso desde niño se cultivo
    Impactante serventesio mi querido Ernesto!
    Gracias
    .

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