Simón el estilita…

 


Simón el estilita es conocido por haber sido un monje que estuvo viviendo en la cúspide de una columna por más de 30 años, en realidad lo de estilita fue un error, porque estilo significa punzón, que era lo que se usaba para escribir sobre tablas de cera, y existió una confusión entre dos palabras, una griega y otra del sánscrito, que era stylos y stilus, y durante mucho tiempo esta palabra griega, stylos se pensó que significaba columna, y de ahí el acompañamiento al lado del nombre de Simón,  llamándolo estilita por un error, una interpretación hoy subsanada pero imposible de arreglar, de apartar lo de estilita de la historia de este ermitaño, que como dije habitó muchos años sobre una columna.
Simón era admirado por la gente, las mismas que le pedían oraciones por la sanidad de sus almas, y él desde las alturas les hablaba y los bendecía.
El lugar donde vivía era una plataforma sobre una altura de 17 metros, sin nunca bajar a tocar el suelo hasta la hora de su muerte, era alimentado en su estrecho lugar por los pueblos de los alrededores que le llevaban comida, alimentos como pan que él alzaba por medio de unas cuerdas.
Su historia es larga pero aquí la dejo para mostrar mi poema.
 
Total la decisión, lo irreflexivo
que lanzó a los extremos su utopía
una que puso un sello en el motivo
de conquistar renombre en la insanía.
 
En esa forma de ser recio en todo
llevando el evangelio como guía
doblando su pasión en ese modo
de fanatismo absurdo en su porfía.
 
Su mente se aferraba a los tesones
de habitar en lo extremo de una altura
de una columna por sus convicciones
llegadas desde arriba en su aventura.
 
Entre delirios alcanzó la fama
pasó a la historia por su afán cristiano
expiando en lo inestable de aquel drama
su alma en sacrificio sobrehumano
 
Lejos de aquello que inundaba el mundo
del rencor, de la envidia y las vilezas
solo en su espacio, sin rozar lo inmundo
de la gente amarrada a sus torpezas.
 
Así vivió por décadas aquellas
alturas sin bajar ni un solo instante
así lejos del hombre y sus querellas
sin salir de un capricho delirante.
 
Un triste orate que entregó sus años
en la altitud detrás de su consuelo
uno más de esos pobres ermitaños
que dieron lo mejor buscando el cielo.
 
Ernesto Cárdenas.

Comentarios

  1. ¡Ah que grandiosa explicación sobre el término "estilita" mi querido Ernesto, porque ciertamente este monje medio loco, bueno en esos tiempos quien no lo era, cuando fue exiliado de la iglesia por ser demasiado exigente consigo mismo y con los demás en el aspecto religioso, se fue a un desierto para exculpación de sus "pecados". Antes de esa torre o columna de 17 mt. mandó hacer dos de menores tamaños; fue así que llegó a la de 17 mt. ¿Cómo se alimentó durante 37 años que estuvo en la plataforma de aquella columna, porque ahí fue que murió no? Alguien tuvo que alcanzarle alimentos (imagino) sí es lo que dicen, pero por ¿37 años? ¿pan? El cuerpo no soporta tanto tiempo una comida tan frugal
    Igualmente digo ¿cómo haría para cubrir sus necesidades básicas? Desde luego da para pensar, imagino que su aseo personal no era diario. A mí me parece que aquello de vivir 37 años en la cima de una columna, es algo exagerado, aparte que en el desierto hay fortísimo vientos de arena, ni hablar del sol abrasador...

    Por otro lado, cabe destacar también que cuando estuvo en la iglesia, otra de las cosas que hizo y por ello también destacó, fue aprenderse de memoria los 150 salmos de la Biblia, las mismas que rezaba o recitaba diariamente. (150 he puesto, a lo mejor en ese tiempo eran menos)

    ¡Interesante esta historia mi querido amigo! Como sumamente interesantes tus letras cuyo dominio versificado es altamente reconocido.

    ¡EXCELSO POEMA mi lindísimo Ernesto! Desde luego estas publicaciones son producto de tus asiduas lecturas que han enriquecido tus conocimientos. No creo que yo, alguna vez te iguale ni remotamente mi buen amigo, estos poemas son de alta calidad literaria! Muchas gracias por compartirlas conmigo!!

    Un sin fin de bendiciones!
    Te abrazo con inmenso cariño mi querido Ernesto, sí, con mucho, mucho cariño.
    Más gracias

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