El amor eterno de Rembrandt.
Rembrandt Harmenszoon Van Rijn.
Nacionalidad: Holanda
Nace en Leiden 1606 – muere Amsterdam en 1669
Pintor, estilo: Barroco centroeuropeo.
La conoció por casualidad cuando daba los primeros pasos en la pintura en su natal Holanda, donde se extendían hasta el infinito los campos de tulipanes y los activos molinos de viento, y al verla comprendió que en ella estaba la medida requerida de su musa.
Se llamaba Saskia y era hija de mercaderes con fortuna, aún cuando él era un desconocido total, y sus pinturas todavía estaban distanciadas de la admiración del mundo, pero eso no impidió que ella también en sus adentros comprendiera que aquél hombre era el equilibrio de sus ansias y la razón entera de su único universo.
Se casaron y tuvieron varios hijos, solo uno sobrevivió, pero el dolor de los perdidos fue como un eclipse, dejó una marca de dolor entre sus vidas.
El la pintó siempre, era su modelo ideal y su alegría, ninguna como ella para arrancar la magia de sus pinceles, para elevar su arte a lo perfecto.
Pero todo acaba, ella murió y él sintió que algo se iba con aquél amor, dejando en su alma una tristeza que nunca ya lo abandonaría.
Conoció tiempo después otro amor, pero jamás como su ideal, nunca a la altura de su Saskia, a la cual llevó siempre en su alma imborrable como una cicatriz.
Sus lienzos cambiaron desde entonces, se fugaron los brillos, el alma misma de sus cuadros, el horizonte de su maestría, y esa actitud de Rembrantd, ese dolor hoy nos llega de lejos como un grito, como una angustia venida del pasado.
Y para esta historia… mi poema.
Enmarcan los sucesos ese rito
de dos al compartir un solo aliento
de dos para seguir ese bendito
principio que hace claro un fundamento.
No existe lo casual todo es lo exacto
trazado en un esquema convergente
para alternar suspiros en el acto
y descubrir amando lo excelente.
Lo que se marca dentro en ese clima
que apura desde siempre una esperanza
una verdad del alma que sublima
y da otra amenidad para la andanza.
Sus vidas fueron partes de una risa
preciosa para un sueño y para un centro
para encontrar la fe en esa premisa
que puso algo de Dios en el encuentro.
En la pintura de ardorosos trazos
envuelta entre un delirio que resume
esa inquietud del beso y los abrazos
excelsos para un lustre y un perfume.
Sin entender más tarde que aquél canto
divino se apagara por la suerte
que se agotó, que terminó en quebranto
trayendo los crespones de la muerte.
Ella marchó y oscureció su aurora
su bella inspiración sin su presencia
para anunciar el tedio que devora
y deja solo sombras en la ausencia.
El nunca más pudo arrancar primores
a su lienzo como antes cuando ardía
su fiebre en ese afán de los colores
que abrieron su arrebato a la armonía.
Pintó otros cuadros conoció otra boca
como algo sin pasión, como un consuelo
y pudo constatar que se equivoca
la ruta si no hay fe para un anhelo.
Sus cuadros fueron menos llamativos
se perdió el brillo abierto de su mente
y en ese acontecer de los motivos
se fue agotando el genio lentamente.
Para dejar recuerdos en la tela
como una identidad y un testamento
en otra conmoción de la acuarela
sublime de un amor que fue un portento.
Ernesto Cárdenas
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¡Magníficas letras mi querido y admirado poeta!
ResponderBorrarY lo sucedido con Rembrandt, es lo mismo que le sucedió a muchos poetas; cuando el amor va de la mano con la admiración y devoción, lo creado tendrá un resplandor único e invalorable; mas si se perdiera ese amante incentivo, nada vuelve a ser igual, ni retoma la pluma la inspiración, ni el lienzo su fulgor.
¡Letras que se llevan todo aplauso amigo mío!
Grandioso!
Muchísimas gracias