Caucásicos, el nacimiento de los pueblos de Europa.

Migraciones gigantescas, movimientos
de aquél Cáucaso central y las estepas
se incrustaron a la historia, en los violentos
expansivos cruzamiento de las cepas.
 
Atrevidos, similares en lenguaje
ignorantes de las marcas y las eras
arrastraron con sus hordas el coraje
y cambiaron el confín de las fronteras.
 
Porque fueron conmoción, fueron tormenta
de un empeño, de un afán en sus querellas  
un delirio, una razón en la sedienta
avalancha de algún signo en sus estrellas.  
 
De un empeño natural en las disputas
que empujaron al abismo, a la anarquía
y tomaron separados otras rutas
donde ampliaron en su andar la geografía.
 
Se olvidaron del origen, los ancestros
de sus rutas, de los tiempos, sus motivos
y así fueron sin saber rudos maestros
que lograron conquistar superlativos.
 
Dorios para Grecia, para el centro Eslavos,
Vándalos, Teutones, Celtas, Visigodos,
Alanos, Bretones y hasta Escandinavos,
así como Suevos de espantosos modos.
 
Trajeron sus dioses y sus sacrificios
sus leyes no escritas, su escudo y su maza
trajeron sus castas, trajeron sus vicios
y el grotesco orgullo de su vieja raza.
 
Formaron comarcas, crearon países
salió el hombre nuevo de la antigua tropa
cruzando montañas, las estepas grises
naciendo entre luchas los pueblos de Europa.
 
Ernesto Cárdenas.


de aquél Cáucaso central y las estepas

se incrustaron a la historia, en los violentos

expansivos cruzamiento de las cepas.

 

Atrevidos, similares en lenguaje

ignorantes de las marcas y las eras

arrastraron con sus hordas el coraje

y cambiaron el confín de las fronteras.

 

Porque fueron conmoción, fueron tormenta

de un empeño, de un afán en sus querellas  

un delirio, una razón en la sedienta

avalancha de algún signo en sus estrellas.  

 

De un empeño natural en las disputas

que empujaron al abismo, a la anarquía

y tomaron separados otras rutas

donde ampliaron al andar la geografía.

 

Se olvidaron del origen, los ancestros

de sus rutas, de los tiempos, sus motivos

y así fueron sin saber rudos maestros

que lograron conquistar superlativos.

 

Dorios para Grecia, para el centro Eslavos,

Vándalos, Teutones, celtas, Visigodos,

Alanos, Bretones y hasta Escandinavos,

así como Suevos de espantosos modos.

 

Trajeron sus dioses y sus sacrificios

sus leyes no escritas, su escudo y su maza

trajeron sus castas, trajeron sus vicios

y el grotesco orgullo de su vieja raza.

 

Formaron comarcas, crearon países

salió el hombre nuevo de la antigua tropa

cruzando montañas, las estepas grises

naciendo entre luchas los pueblos de Europa.

 

Ernesto Cárdenas.

 

Migraciones gigantescas, movimientos

de aquél Cáucaso central y las estepas

se incrustaron a la historia, en los violentos

expansivos cruzamiento de las cepas.

 

Atrevidos, similares en lenguaje

ignorantes de las marcas y las eras

arrastraron con sus hordas el coraje

y cambiaron el confín de las fronteras.

 

Porque fueron conmoción, fueron tormenta

de un empeño, de un afán en sus querellas  

un delirio, una razón en la sedienta

avalancha de algún signo en sus estrellas.  

 

De un empeño natural en las disputas

que empujaron al abismo, a la anarquía

y tomaron separados otras rutas

donde ampliaron al andar la geografía.

 

Se olvidaron del origen, los ancestros

de sus rutas, de los tiempos, sus motivos

y así fueron sin saber rudos maestros

que lograron conquistar superlativos.

 

Dorios para Grecia, para el centro Eslavos,

Vándalos, Teutones, celtas, Visigodos,

Alanos, Bretones y hasta Escandinavos,

así como Suevos de espantosos modos.

 

Trajeron sus dioses y sus sacrificios

sus leyes no escritas, su escudo y su maza

trajeron sus castas, trajeron sus vicios

y el grotesco orgullo de su vieja raza.

 

Formaron comarcas, crearon países

salió el hombre nuevo de la antigua tropa

cruzando montañas, las estepas grises

naciendo entre luchas los pueblos de Europa.

 

Ernesto Cárdenas.

 

Comentarios

  1. Poema vibrante y épico, que revive con fuerza el origen de los pueblos europeos en las lejanas estepas del Cáucaso. A través de imágenes contundentes y un ritmo casi guerrero, evoca la marcha incesante de tribus que, con sus lenguas, dioses y armas, moldearon la historia de un continente.

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