En Cada Brote Que Asoma En Mi Pecho
«En Cada Brote Que Asoma En Mi Pecho»
En cada brote que asoma en mi pecho,
hay huellas de ti, de tu forma de hablar,
como si el verbo tomara derecho
de entrar en mi vida y quedarse a morar.
Tus palabras —susurro y bandera—,
se alzan al viento cuando no estás,
y aún en el silencio más hondo y cualquiera
las oigo latir, como si aún me las das.
Me enseñaron que el verbo construye,
que nombra, que invoca, que puede sanar,
y ahora sé que tu voz —aunque huye—
se queda en mi piel, como el mar en la sal.
Tus palabras son eco y semilla,
pero también son raíz y canción,
me habitan, me duelen, me brillan,
y a veces, sin más… me salvan del no.
Así, cuando el mundo se apaga y declina,
cuando el frío parece ganar su lugar,
yo vuelvo a tu voz, que me nombra y me inclina
a seguir, a creer, a volver a empezar.
Porque hay palabras que nunca se mueren,
que duermen tan solo para florecer,
y las tuyas, aunque lejos se alejen,
me enseñaron el arte de renacer.
Tus palabras son eco y semilla,
y en mí —sin saberlo— sembraste un hogar.
Quizás no regresen, quizás ya no brillan,
pero en mi silencio… las vuelvo a escuchar.
soñar desde adentro y renacer día a día.
(Escribo Para Que El Silencio No Duela.)
Natuka Navarro – Luna Poetiza
Una belleza de poema, plasmado sobre una nostalgia, una necesidad del alma para florecer, para como el vuelo de un ave rozar nubes, vislumbrar nuevos horizontes, todo sostenido por una voz, por la expresión de un sonido, una fonética que en ti parece ser escuchada como un salmo, dándote fuerzas y dándote vida.
ResponderBorrarMuy significativo, y muy bien planteado tu poema.
Ernesto C.