A la que olvido...
Ha probado mis labios, compartido mi gusto
y nunca la recuerdo tal vez por no ser justo.
Aunque siempre la busco porque la necesito
pues si no está presente tenaz la solicito.
Y sin pensar en ella prosigo mi camino
con risas en mis horas de amante peregrino.
Pero al llegar cansado después de las faenas
de nuevo la reclamo sin glorias y sin penas.
Para caer más tarde de nuevo en el olvido
sin darle una mirada como algo fallecido.
Y no se queja nunca ni la razón aclara
por eso que estas rimas dedico a mi cuchara.
Ernesto C.
Bueno, así sucede con el tiempo, el amor decae en su intensidad y se vuelve costumbre, terminando la pareja como amigos o hermanitos.
ResponderBorrar¡Es un magnífico poema, donde claramente trasluces tus sentimientos, con selecto verbo en una brillante estructura!
En BUENA HORA mi querido Ernesto!
Espléndidos pareados!
Gracias amigo mío