Canto a la silla...

Pasiva sin saber que es maravilla
para un cuerpo cansado en la faena
la necesaria y silenciosa silla
nos da el placer al disfrutar la cena.
 
Ella es la paz buscada del ocioso
un oasis que gusta a la mirada
cuando el obrero la usa en su reposo
agotado después de la jornada.
 
No falta nunca jamás en reuniones
y apreciada si es larga la visita
motivando también confiscaciones
si un anciano tal vez la necesita.

Y al ser inerte no comprende nada
tras su quietismo de perfil severo
ignorando que ha sido destinada
para el eterno apoyo del trasero.

Ernesto Cárdenas.
 

Comentarios

  1. jaja qué final para cierto!!
    Un justo homenaje a esa silla, que uno busca cuando los huesos están por desmoronarse; y también en los hospitales, con los años uno la busca con la mirada por todas partes!
    ¡Lindo poema! Y cómo de algo aparentemente insignificante, le has sacado el lustre que bien lo tiene, porque ciertamente es importante en su servicio la silla!
    Grandioso amigo! No se te escapa nada!
    Me encantó!
    Gracias

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