Deja
que siga atado a la costumbre
de
amarte hasta el hartazgo en los supremos
motivos
de la fiebre y de la lumbre
que
expanden el delirio a los extremos.
Deja
que te cincele en los arrojos
audaces
de mi empeño en la constancia
deja
que te duplique en los antojos
que
buscan de tu piel la concordancia.
Deja
que te haga mía en el afecto
de
un afán que se antoja temerario
deja
que tu sonrisa en mi trayecto
decore
de ilusión el escenario.
Para
una magnitud y ese derecho
del
alma en su verdad y en su infinito
donde
la historia nos delata un hecho
que
tiene algo de sol y de bendito.
Deja
que llegue a ti con estas ganas
que
nacen de mi luna y de mi fiera
deja
que simplemente abra ventanas
para
ese amanecer que nos espera.
Ernesto Cárdenas.
¡Vaya disyuntiva la mía, de pretender escoger una estrofa! Pues es imposible, porque todas están plenas de fuerza, de bestialidad amante edulcorada con ternura acariciante; sí porque has sabido combinar los sentires como le gusta a una dama.
ResponderBorrarEspléndidos versos mi querido Ernesto! Me has elevado a la cúspide del ensueño, para luego con mucha sutileza reposarme en la dulzura. ¡Bello mi buen poeta, muy bello!
Inmensas gracias!