Dos Puntas de Cimero
Dos Puntas de Cimero
¡Y que se yo!... De pronto llega un escalofrío
que sube de las plantas reptando a la cabeza
moviendo cada espacio del organismo frío
que endeble se resiste a la alienada tibieza
¡Son estremecimientos con asombro de estío!
Desperezando carnes durmientes en graveza
¡Es la flor imponente que al pasado sombrío
rasgando los cristales con sueños de terneza!
Se siente uno, criatura pequeña en su estatura
ante tanta montaña copiosa de dulzura
al sentir por arterias ¡Encendidos de fuego! .
Tremolan los latidos del corazón entero
¡Ay es que el amor nos trae!... ¡Dos puntas de cimero!
Una ¡A Cristo en su manto! La otra ¡Al demonio en juego!
Beatriz Vicentelo
Así son los amores, vidrios opacos que obligan a adivinar que hay más allá, porque en verdad nunca se sabe, dicen que en los anuncios de televisión el diablo está oculto en la letra pequeña, la que casi nadie lee, y en los amores siempre hay como una montaña al frente, delante de los ojos que impide otear el horizonte del mañana.
ResponderBorrarAsí entiendo tu poema por ese espléndido final, donde nos hablas de las dos puntas de cimeros, que una tiene la bendición de Dios y la otra la cola del diablo.
Muy ameno de leer y de disfrutar tu soneto.
Ernesto C.