Sabiendo...
Sabiendo...
El travesaño en cruz del abandono
ha roto las clavijas de la ausencia
y mi voz sin sonido de renuencia
se aligera sin pena, sin encono
¡Hombre, te doy mi vida con mi trono!
Con el embrujo amante de aquiescencia
con mi acta pasional en reverencia
y en las cimas de altares… ¡Te
corono!
Porque eres sementera de mis huertos
el germinar de aciagos granos yertos
¡Con un caudal de savia en mi
sembrío!
Que nutre hondas raíces solitarias
¡Yo he de ir a tus corrientes luminarias!
Sabiendo aún..., que nunca serás mío
Beatriz Vicentelo
Un poema que tiene fuerza y hace un recorrido por los sentimientos, nos dices tus pensamientos y tus sentires, todo lo que te late para expresar en hermosos versos el universo de tus cosas, y lo haces bien, comunicas con nitidez, sabes llegar y contagiar con tus letras el alma del lector.
ResponderBorrarYa el final es una resignación, es una manera de rendir trincheras ante la realidad, ante al parecer algo imposible, como si la vida misma te impusiera una barrera al frente.
Como siempre encantado de leerte.
Ernesto C.